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lunes, 7 de marzo de 2011

El retrato del profesor de idiomas señor Kralapp

Una suculenta crónica de arte del crítico granadino Marino Antequera, publicada en los años treinta, nos da la pista de las características del pintor Jose Ruiz de Almodóvar Burgos. Se trata de un cuadro que mi abuelo obsequió al profesor de idiomas Sr. Kralapp, por la ayuda prestada en la traducción de un libro alemán,  y que al parecer luego este lo exhibió -sin conocimiento del artista- en un escaparate de Granada, causando la natural expectación de los aficionados.
Un retrato de Ruiz de Almodóvar: En el escaparate de una joyería céntrica se exhibe una obra del eminente pintor granadino don Jose Ruiz de Almodóvar. En los tiempos en que no se había extendido aún el uso, que hoy toca en abuso, de las exposiciones individuales, solían exponer los artistas sus obras en los escaparates de los establecimientos de lujo, especialmente en los del Zacatín, centro de la vida granadina de entonces. La tienda de molduras de Calisalvo, desaparecida hace muchísimos años, era una de las preferidas por los pintores para estos menesteres de mostrar al público sus trabajos. Por aquella época estaba en el apogeo de su arte el pastelista señor Ruiz de Almodóvar, de cuya inmensa labor quedan patentes muestras en un sinnúmero de casas de nuestra ciudad, en las que, entre acuarelas de Tomás Martín e Isidoro Marín, con marcos de “peluche”, y bodegones de Rafael Latorre, se conservan retratos, al óleo unos pocos, al pastel en su inmensa mayoría, del notable pintor granadino. Las cualidades principales de su técnica eran una desenvoltura maravillosa en la manera de tratar la forma, que en las obras al pastel se traducía en un acrecentamiento del aspecto vaporoso peculiar de este material de expresión artística, y en las obras al óleo por una pincelada suelta y atrevida. La otra cualidad era la firmeza en el colorido. La pintura al pastel tiende de suyo a caer en la inconsistencia y en la frialdad colorística. El color en Ruiz de Almodóvar es siempre vigoroso y lo que pierde en delicadeza lo gana en fuerza constructiva. Entre las exposiciones que habrán de intentarse a su hora, una de ellas será la de estos retratos de Almodóvar, compendio de la Granada representativa “fin de siglo”. Pasada aquella fiebre de trabajo, las obras de Almodóvar fueron distanciándose; algún retrato oficial, algunos apuntes de paisaje, y, desde luego, un casi total aislamiento del público. De repente, este apartamiento se interrumpe en una exposición celebrada en el Centro Artístico por el año de 1925. En ella, las obras de Almodóvar ocupaban una sala. Eran retratos de sus hijas, ejecutadas al óleo en un estilo apretado y prolijo. Esta fue desde entonces su manera y con ella están pintadas sus últimas obras, la más notable de las cuales es el retrato de don Fermín Garrido, que se conserva en el rectoral de nuestra Universidad. En el retrato del profesor de idiomas señor Kralapp, que actualmente se expone en la joyería La Purísima, brillan las cualidades distintivas del señor Almodóvar: el vigor de colorido y la firmeza constructiva aunadas a una plasticidad extraordinaria, conseguida, no con el acostumbrado recurso de la iluminación lateral intensa, sino por un modelado concienzudo y, sobre todo, por una prodigiosa fuerza expresiva. De desear es que el señor Almodóvar muestre con más frecuencia su producción, siempre selecta, para enseñanza de los pintores jóvenes, alejados por temperamento de técnicas serenas y equilibradas como la del veterano pastelista”.

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